
“
M” es pura
historia del cine. Un thriller revolucionario en su técnica y sublime en su
planteamiento, basado libremente en hechos reales que acontecieron en
Düsseldorf y que conmocionaron a la sociedad de la época. Pero, antetodo, es una película que puede ser muy interesante para la asignatura de
Educación para la ciudadanía.
En lo que podría haber sido una mera adaptación morbosa y
una vuelta de tuerca más del cine expresionista –cosa que ya de por sí no sería
poco-, Fritz Lang plantea un dilema ético que, dependiendo de la respuesta al
drama planteado, puede subvertir la forma de entender nuestra vida en común
dentro de la sociedad. Porque, ¿sería ético que una masa social, una mayoría,
al margen de la acción legal del Estado y, lo que es más importante, al margen
de un juicio garantista, se tomase la justicia por su mano contra un monstruo
con desórdenes sexuales que asesina niños?

Así pues, partiendo de este planteamiento y dado el contexto
social que se vivía en 1932, Fritz Lang tiene el acierto de dar otro paso más allá y dota a la
película de un trasfondo de denuncia del nazismo emergente mostrando como una sociedad
paraestatal se organiza, mediante la astucia y la picaresca pero, según va transcurriendo el metraje, también
mediante la fuerza. Tal es así que en alguna secuencia, como el asalto al edificio de
oficinas, con uniforme y pistola en mano, recuerda al putsch de 1923. Y todo
esto sin pasar por alto que una vez identificado el criminal una de las
primeras iniciativas de dicha sociedad es marcarlo con una “M”; lo cual
recuerda
a su vez la voluntad de
estigmatizar mediante una cinta a aquellos segmentos de la población que
resultaban molestos o indeseables para los nacionalsocialistas. No en vano, por cierto, ésta
fue la última película de Fritz Lang en Alemania antes de su exilio americano.

Y es, precisamente, esta capacidad de Fritz Lang para dotar
de perspectiva y profundidad a una película que ya de por sí partía de una premisa brillante lo que la
convierte en una obra maestra superior, incluso, a
obras tan geniales como “Metrópolis”, “La mujer del cuadro” o
“Perversidad”. Por todo ello, considero, en definitiva,
una gran historia con un hondo contenido ético, moral y sociológico, casi atemporal, y de la que se puede extraer material de trabajo y debate para el pensamiento
crítico de los alumnos.
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