Franz Marc cayó un cuatro de Marzo de 1916, hoy hace cien
años, en el frente de Verdún, desengañado, aterrorizado y abominando de la
decisión que había tomado dos años atrás al alistarse como voluntario al inicio de
la primera guerra mundial. Tristemente, él no fue el único; esa misma guerra
también se llevó a genios como el futurista Umberto Boccioni o el también
expresionista y compañero de Franz Marc, August Macke.
No sabemos que le hubiese deparado el futuro; artísticamente,
probablemente el abandono definitivo de la figuración en pos de un arte mucho
más abstracto. Y en lo personal, su estilo artístico le hubiese condenado al
destierro o al ostracismo; ya que nunca hubiese tenido cabida en el arte oficial de la Alemania nacional socialista
de Hitler, que consideraba a las vanguardias artísticas –y así lo hizo con los
expresionistas alemanes- como “arte degenerado” propio de una sociedad enferma
y decadente.
En cualquier caso, hoy quiero recordarlo con la semejanza
que me produce su figura y su arte: Con trazos geométricos, como figuras
ideales, casi arquetípicas, que parecen contemplar la vida desde la lejanía de una atalaya; y, contrariamente, con colores
vivísimos que parecen contener toda la viveza y el alma de esos animales que él tanto
amó.