Wikipedia

Resultados de la búsqueda

lunes, 17 de abril de 2017

Tecnologías y comunicación en la era de la posverdad.



El mensaje sigue siendo el medio, y creo que con más fuerza todavía de lo que Guy Debord vislumbró en "La sociedad del espectáculo". La aldea global de McLuhan es un hecho y nada parece justificar un lenguaje destinado a desenmascarar el trasfondo metafísico de una ideología burguesa en los fenómenos de influencia, surgidos de los nuevos canales de comunicación; el trabajador del S.XX todavía bebía de las fuentes ideológicas e históricas de la burguesía, pero el actual sujeto histórico y los canales de comunicación que le son propios sólo se perpetúan y se deben a sí mismos y, por encima de ellos, a la tecnología de las que son deudores. Del mismo modo que la reivindicación de libertad de ese nuevo sujeto histórico ya no aparece acotada como reivindicación al trabajo.

Muy válido en cambio me parece el concepto de subsunción del que hablaba Althusser, pues la capacidad de asimilación que se da en estos medios convierte a cualquier ámbito de actividad del espíritu en un objeto de consumo; de usar y tirar; y en banalidad cualquier pensamiento crítico que se dé en y contra ellos. Sus tragaderas son enormes y son capaces de asimilar el contenido y depositarlo en una esfera de importancia muy relativa. Sólo el estímulo, la atención inmediata, la imagen plana tiene valor y peso en ellos; focalizándose casi exclusivamente en  cuantificadores de influencia; y eso poco tiene que ver con el logos. Sí es cierta y reconocible, en cambio, una virtud democrática muy presente en estos nuevos medios: La capacidad de elección. Así se me podría reprochar que estos medios nos ofrecen la oportunidad de cribar y escoger la información -¡y hay mucha!- que queremos consumir. Pero esa virtud creo que también entraña su mayor riesgo: Toda esa información que se da bajo el aura y la esencia de la técnica se desdibuja y pierde su razón; se desfigura irremediablemente al pertenecer a ámbitos muy distintos. Véase, por ejemplo, disciplinas como la filosofía, la poesía, el pensamiento o la educación (no entendida aquí como instrucción. Esto es, no como la mera acumulación de datos), etc. Creo que el espíritu de estos campos, como la filosofía, adolecen de, entre otras cosas, una vocación de trascendencia mayoritaria o de masas.

Decía Jünger, refiriéndose a la esencia de los primeros fenómenos de masas a mediados del S.XX: "Más aplanador, más igualador que el Estado es la técnica". Lo cual me parece muy válido y aplicable a los nuevos fenómenos de comunicación; y, por cierto, en otro orden de cosas, hace patente lo absurdo y anacrónico que resulta el llamamiento a fortalecer el Estado-nación como mera reacción antiglobalizadora. Aunque, probablemente, esos partidos e ideologías  no sean ya otra cosa que  parte de la oferta de consumo, diluidos en otro fenómeno consustancial al de los nuevos medios de comunicación: La posverdad. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario