Wikipedia

Resultados de la búsqueda

martes, 3 de marzo de 2015

La palabra y Sólo un beso.

Me gustaría alterar de forma excepcional la estructura de las entradas de este blog para hablar simultáneamente de dos películas: “La palabra” (Ordet) del gran cineasta danés Carl Theodor Dreyer y “Sólo un beso”  (Ae fond kiss) del ya clásico de nuestros días Ken Loach.

Si me he decidido a hacerlo así es porque “Sólo un beso” parece una reinterpretación actual del magistral trabajo de Dreyer en “La palabra”; tal es así que da la sensación que Ken Loach realiza una labor hermenéutica dando una visión fresca y actual –muy actual a fecha de hoy- de la intolerancia religiosa y étnica.

La  historia que plantea Ken Loach da comienzo en Glasgow, Escocia, y plantea la historia de una familia musulmana aparentemente integrada en la sociedad británica y una profesora del instituto católico donde estudia la hija menor de la familia. La historia es bella porque está dibujada con un pincel muy fino, sin acritud; sabe apreciar las luces y las sombras de las personas, sus miedos, su cerrazón, su fanatismo y su capacidad para amar y sobreponerse.

Para Loach y para Dreyer el fanatismo y la intolerancia no surgen de una determinada interpretación de las escrituras sagradas sino del corazón de las personas. Para Loach, el reconocimiento de la alteridad del “otro”, sin miedo, como un simple hecho natural y
vital, es el primer paso para poder amar libremente como finalmente ocurre con Casim y Roisin. Por otro lado, de forma muy similar, Dreyer apuesta por el amor como piedra angular en la que se sustentan las enseñanzas de Cristo y el propio Cristianismo independientemente de la particular interpretación bíblica o de los evangelios; es el amor y la fe, por encima de las argucias lógicas en clara alusión a la escolástica y, tal vez, a la reforma, el acto salvífico que da sentido a la (auténtica) vida cristiana. Dreyer, como decía, apuesta por el amor y en la cinta llega a la eclosión con la promesa de matrimonio entre Anders  y Mette-Marit; así como una apuesta por una vuelta al cristianismo primitivo que se plasma alegóricamente en la resurrección de Inger.

Sin duda, dos grandísimas películas; la primera, “La palabra” es un claro guiño al filósofo danés Sören Kierkegaard; la segunda, “Sólo un beso”, rodada cincuenta años después, es un bello homenaje a la primera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario